El poeta escribiendo un monólogo

En el marco del XVII Festival de Música Antigua de Gijón, el 19 de julio de 2014 se estrenó en el prestigioso Teatro Jovellanos uno de los melólogos más importantes e influyentes de cuantos se han creado. No solo se trataba de un estreno, sino de la recuperación moderna de este género ya que, por primera vez desde principios del siglo XIX se presentaba en su formato completo escenográfico y musical.

El éxito de esta arriesgada empresa, que aúna teatro, escena, iluminación, vestuario y música orquestal en directo, se debe sin duda al carácter emprendedor de un equipo artístico de contrastada experiencia: Ramón Sobrino (asesoramiento musicológico), Manuel Paz (director de producción), Laura Iglesia (dirección de escena), Aarón Zapico (dirección musical), la Orquesta de Cámara de Siero y el actor Pablo Carbonell.

De autor desconocido y de la que se tiene constancia escrita por una edición salida de la imprenta de Ildefonso Mompié a principios de siglo XIX, en 1817, un año después de que el autor de la música, Blas de Laserna, muriera y cuando ya habían transcurrido 20 de su estreno (1793). Al viejo volumen le faltan las primeras páginas. Pero está el texto completo y con él ciertas acotaciones que su escritor hizo para su representación. De hecho la directora de escena no solo ha podido estudiar el monólogo que recitará Carbonell, sino también una serie de acotaciones del autor, en lo referente a los elementos que, según él, deben aparecer sobre las tablas para dar cuerpo a la alcoba en la que escribe el aspirante a poeta. Así la define: «Guardilla ridícula con los trastos correspondientes a una mesilla, un candil, que alumbra la escena, dos sillas rotas, algunos libros y papeles tanto encima como al pie de la mesa, una botija, una botella y alguna otra cosas semejante».
También da el autor pautas sobre la vestimenta del actor: deberá aparecer «con bata y gorro ridículo y despilfarrado, dando pases por el teatro en ademán de discursivo». Laura Iglesia ríe ante la precisión del escritor dieciochista y asegura que su poeta llevará camisón largo «seguro», pero que en su interpretación habrá elementos que escapan a las exigencias del viejo texto. Un texto, por cierto, que a diferencia de los primeros melólogos, que seguían la fórmula dramática creada por Jean-Jacques Rousseau con su 'Pigmalión', y que asumían temas solemnes y hasta patrióticos, sigue la estela de la comedia.

La crítica también está presente en el libreto, recuerda Sobrino, quien admite en esa mirada cómica cierta influencia castiza que se aleja, en cierto modo, del modelo más grave francés, y que habla asimismo de cómo se extendió por España el género antes de entrar en decadencia.

'El poeta escribiendo un monólogo', con el que este género que se empezó a poner de moda tras la muerte de Carlos III renace en pleno siglo XXI, recrea la desventura de un hombre que quiere hacerse rico escribiendo, «a toda prisa», admite Laura Iglesia. Está convencido de que si otras personas a las que no tiene en alta estima pueden, «por qué no va a poder él». Es ahí, dice la directora, donde se subraya la crítica «dirigida a ciertos poetas de la época, escritorcillos a los que, se conoce, no respetaba el autor». Autores, por otro lado, que a diferencia del poeta solitario, sí tenían éxito.

Textos ingeniosos que tratan de las aventuras y desventuras de un escritor fallido, todo con humor. Mucho humor y mucha música sutilmente coordinada con el texto para convertir ese espectáculo de poco más de una hora en una experiencia, por sorprendente, irrepetible.